Alianza de Judíos Mesiánicos de México

Desde 1992

Organo Oficial No. 102, Verano, 2022-5782

EGOÍSMO: CÁNCER DE LA HUMANIDAD

Rebbetzin Celia C. de Hernández


Hay tantos temas de qué comentar que no hallaba de cuál hablar y pidiendo al Señor dirección creí que era necesario y urgente hablar del egoísmo, cáncer que espiritualmente mata desde el corazón a millones de personas cada año, y lo que es peor ¡sin que siquiera lo perciban!

      ¿Y cómo lo percibirán? si vivimos en un mundo poblado mayormente por egoístas que han sido enseñados a ser así, lo cual es alentado también por la familia, la escuela y la psicología,  por la mercadotecnia, el cine, la televisión y demás factores que inciden.

      En la Biblia encontramos repetidamente advertencias y condenas contra el egoísmo, pecado que silenciosamente va minando la vida espiritual de la persona hasta dominarla totalmente. El egoísta nunca ve al prójimo solo se mira a sí mismo y cómo satisfacerse. Se asemeja a la bruja del cuento de Blancanieves, personaje que gustaba de verse en el espejo todos los días para satisfacerse a sí misma

      Como todos sabemos y más de alguna vez lo hemos sufrido; el egoísta nunca ve la necesidad del otro, el dolor ajeno no cuenta ni tampoco le interesa, pero eso sí, cuando le duele a ella o a él algo o tiene alguna necesidad ¡ay cuánto sufren! Por su misma condición pecaminosa, la pobreza, la enfermedad, el desempleo, el frío, la desnudez, el sufrimiento o la pena de los demás no les importan, vive para sí misma(o) y nada más. Solo él y los suyos le interesan (es decir, la familia y a veces ni ésta), son incapaces de ayudar en las tareas del hogar, de la escuela, de la oficina, siempre quieren ser servidos y aprovecharse de los demás, pues en su pecado creen que los demás están para satisfacerles.

    La Biblia condena a este pecado tan común, que de tan común ya ni siquiera se nota, se ha convertido en una especie de daltonismo espiritual que se confunde con la protección propia para auto justificarse. Sin embargo, Dios nos muestra en muchísimos pasajes y parábolas su condena contra este pecado y sus consecuencias al final de la vida (como sucedió a Hamán, el enemigo de los judíos, Ester 6:1-10; El juicio a las naciones, Mat 25:41-45; La parábola del rico egoísta y Lázaro, Luc 16:19-31)

    Una persona inmadura es egoísta, así como los niños son egoístas por naturaleza, tenemos que enseñarles a dar, a cooperar, a darse a los demás. En una palabra: a amar, ya que eso es lo que Dios quiere de cada persona, por eso es que señalaba que son inmaduros, infantiles. Los egoístas por su misma condición también son conflictivos y caprichudos, incapaces además de recibir consejo alguno y fácil de ‘herir en sus sentimientos’ si te atreves a hacer alguna observación por su conducta pecaminosa. En otras palabras: también suelen ser intolerantes, condición que se va agravando en la medida que no reconocen su pecado lo cual les hunde y como el cáncer, crece a manera de una metástasis silenciosa.

    Los egoístas tienen una mente totalmente mundana, incluso algunos que se dicen creyentes, lo cierto sin embargo es que coquetean con el mundo, dicen estar con el Señor, pero no están satisfechos con él pues en el fondo de su corazón las cosas y la vida mundana les resultan más atractivas. Son incapaces de ver el mal, por esto les decía San Pablo (Heb 5:14): “que tenía mucho que decir y le era difícil de explicar…  porque debiendo de ser ya maestros…  os habéis hecho tardos para oír” (Heb 5:11-12) pues siguen obstinados en alimentar su ego super acariciado. Se aman a sí mismos más que a nadie, por tanto, incapaces de amar a los demás, a menos que no les cueste ningún esfuerzo. Aman de palabra, pero no de corazón, con meros cumplidos sociales.

     Y es que el pecado del egoísmo y como lo digo en el título de este comentario, es un cáncer, y el cáncer no avisa, solo mina interiormente y va deteriorando la salud de la persona hasta matarla. Igual sucede espiritualmente con el egoísmo cuando la persona no detecta y reconoce su pecado. El rey David a eso se refería cuando pidió al Señor: ¿Quién podrá entender sus propios errores (pecados)? Líbrame de los que me son ocultos” (Sal 19:12). Si se detecta y hay arrepentimiento genuino, Dios perdona y limpia la vida de la persona.

    Para llegar nuestro pueblo a Canaán a la salida de Egipto, tuvieron que atravesar el desierto y durante ese largo viaje anduvieron en obediencia al principio, pero cuando llegaron a Cades Barnea, se rebelaron contra Dios y contra sus líderes. Vagar por el desierto era contrario a la voluntad divina, pues el trayecto era de un par de semanas, pero como desobedecieron el viaje duró 40 años, algo así sucede, incluso peor, cuando el egoísmo toma control de una vida. Teniendo ojos no ven, teniendo oídos no oyen, pues solo ven lo que ellos quieren ver y oír lo que ellos desean oír, su vida y perspectiva se reducen a su propio yo. Y es que el egoísmo, amados hermanos, no solo conlleva ese pecado, el egoísta también es envidioso pues quiere lo que otros tienen; es contencioso porque pelea si alguien le muestra su condición, es soberbio porque no considera que los demás sean mejores que él o ella; como también es inestable emocionalmente, su pecado le arroja al pozo de la inseguridad, aunque siempre la disfrace de seguridad por medio de la ira y las respuestas groseras.

     Perdonar el propio ego y acariciarlo, es una miseria espiritual manifiesta. Una actitud terrible que lleva a la muerte eterna por cuanto impide ver la condición propia delante de Dios, ya que de hecho la persona se deifica a sí misma ocupando sin darse cuenta siquiera el lugar de Dios. Como vemos entonces es terrible el daño que ocasiona el pecado del egoísmo, un cáncer para el cual Dios tiene la cura, que no es otra que el reconocer el pecado, pedir perdón de todo corazón y estar dispuesta o dispuesto en lo sucesivo a obedecer la Palabra del Señor, lo cual permitirá ver al prójimo en lo sucesivo y con ello ser sanado espiritualmente.

    


 

La rebbetzin Celia Cornejo de Hernández es consejera espiritual de la AJMM



La revista CHALUTZIM es el órgano informativo de la «Alianza de Judíos Mesiánicos de México». Se publica trimestralmente desde el año 1992 y se envía de manera gratuita.
 
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